Sólo una vez, Bolívar.

La última vez que nos vimos las caras con Bolívar fue una humillación. Allá en La Paz, en una noche para el olvido, Cristal no sólo perdió: fue superado, borrado, desbordado. El 3-0 fue hasta benevolente para lo que se vio en el Hernando Siles. Ese resultado marcó el punto más bajo de un equipo que ya venía en caída libre y fue, también, la gota que colmó el vaso para Guillermo Farré, quien ya tuvo espacio para seguir mintiendonos.

Hoy, pocas semanas después, Bolívar vuelve a aparecer. Pero el contexto en el Rímac ha cambiado. Llegó Paulo Autuori y aunque tuvo que juntar remiendos muy pronto, su último partido ha sido hace nueve días. Por primera vez desde su regreso a La Florida no tuvo el vértigo de jugar sin entrenar y se espera que algo se haya podido armar con miras a este partido. Aún así, sigue como recién llegado, con pocos entrenamientos y mucha urgencia encima. Pero al menos, a pesar de esos partidos caóticos que ya analizamos (Cerro en Asunción, Juan Pablo II en el Gallardo), queda la sensación de que algo ha empezado a moverse. No alcanza. Está lejos. Pero al menos ya sabemos que comenzó algo parecido a una reconstrucción, no un simple ajuste táctico.

Es en ese marco que llega este duelo contra Bolívar. Un partido que no puede plantearse como una revancha ya que sería revancha si estuviéramos parejos, si tuviéramos algo firme sobre lo cual pararnos. Hoy no. Hoy es otra cosa. Es una prueba. Una de verdad.

Más allá del resultado, lo que se espera es ver si este Cristal ha recuperado algo de carácter para competir contra un rival que ya lo bailó, si ha recuperado algo de orden para no repetir el desborde que lo arrasó en La Paz y para demostrar si las señales que quisimos ver en el juego son en realidad el indicio de que Cristal tiene aún capacidad para la reacción.

Porque, aunque suene increíble, la clasificación sigue viva. Si ganásemos los dos partidos que restan de local —este martes ante Bolívar y el próximo 13 contra Cerro— llegaríamos a 7 puntos. Y dependiendo de cómo se crucen los demás resultados, ese puntaje puede bastar para meterse a octavos de final. Sería un premio gigante para un equipo que ha iniciado mal y que estuvo a punto de tocar el fondo, pero sería también una respuesta concreta tras un presente doloroso.

En cuanto al plantel, hay novedades mixtas. Jesús Pretell ya volvió tras su lesión y es opción para el mediocampo pero Santi González quedó fuera de la fase de grupos: su esguince de rodilla lo deja al margen justo cuando más se necesitaba su vértigo y su intención. Se le va a extrañar.

¿Y Bolívar? Viene con ritmo, con goles y con resultados. En la Copa ha jugado tres partidos: nos goleó en La Paz, perdió 3-2 con Palmeiras también en casa, y cayó 4-2 ante Cerro en Asunción. En la liga boliviana, llega con moral alta tras golear 5-1 a Blooming y 3-0 a Academia del Balompié, aunque cayó 3-2 en su visita a Wilstermann en Cochabamba. Es un equipo que ataca, que suelta gente, pero que también concede. Va a exigirnos mucho.

No se trata de revancha. Se trata de no volver a parecer un equipo sin memoria. De mostrar que esto no es solo aguantar hasta julio a ver si quienes manejan Sporting Cristal dejan de destruirlo y empiezan a sumar algo de jerarquía. Y de recordarnos que, por más difícil que parezca, todavía se puede.

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