Nos fuimos de la Copa con una goleada que no sorprendió. Porque esto no fue un accidente: fue la consecuencia de años de desmantelamiento dirigencial. Hoy, Sporting Cristal es un cascarón sin alma. Y si Innova no se va, lo que va a desaparecer es el club que conocimos.
Sporting Cristal quedó prácticamente eliminado de la Copa Libertadores tras perder en casa ante Cerro Porteño. El resultado no duele tanto como la constatación: este equipo ya no tiene con qué competir. Fue el cierre de una demolición lenta. Solo resiste la lealtad de su gente. Y eso no se quiebra.
Cristal le ganó a Bolívar en un partido horrible. Se jugó mal, se resistió con lo justo, pero se ganó desde el único lugar posible: el orden y el pundonor. No fue revancha ni redención. Fue el primer paso real para reconstruir algo. A nadie le gusta, pero es lo que hay.
Cristal recibe a Bolívar tras la paliza sufrida en La Paz. Con Autuori ya en el banco, el equipo busca señales de reacción. La clasificación aún es posible si se ganan los dos partidos en casa. Bolívar llega con goles y ritmo. No es revancha: es una prueba para medir si aún hay carácter.
El triunfo 3-2 ante Juan Pablo II dejó más preocupaciones que certezas. Sporting Cristal jugó uno de sus peores segundos tiempos recientes. Ganamos, sí. Pero el camino de reconstrucción es mucho más largo de lo que parecía.
Cristal empató en Asunción, pero Cerro fue más, y solo Enríquez y la suerte evitaron la caída. El equipo apostó por la posesión, pero sigue siendo poco.
Un punto que no calma ni llena, pero que sugiere que, tal vez, se podría empezar a mejorar.