La goleada en Cajabamba no es un accidente. Es el desenlace previsible de un proyecto que nació mal, de una dirigencia que no entiende el tamaño del club, y de un equipo que, sin soporte, hoy se cae solo.
Hoy no se rompió nada. Hoy simplemente se confirmó lo que venimos señalando desde hace semanas: este proceso no tiene futuro. Nunca lo tuvo. Y lo que pasó en Cajabamba, ese 4-1 inaceptable ante el colero del campeonato, no es una caída más. Es el resultado lógico de un error de origen que, por necedad o por desinterés, se ha sostenido demasiado tiempo.
Hoy se hace evidente que la contratación de Guillermo Farré fue un despropósito. Y no hay otra forma de decirlo: como técnico es incapaz, inepto. Insinuó en algún momento pero terminó absolutamente superado por el desafío. No entiende a qué juega su equipo, no construye sociedades, no ordena ni potencia a nadie. No tiene liderazgo ni lectura táctica, ni la más mínima noción de cómo competir en este nivel.
Pero la responsabilidad no termina en el técnico. La dirigencia que lo trajo también es responsable. Y no solo por haber apostado por un entrenador sin credenciales, sino por haberse negado sistemáticamente a reforzar un plantel claramente corto, que hoy acumula más lesionados que certezas. No les importa. No están a la altura del club que representan. Y mientras sigan tomando decisiones como si esto fuera un equipo más del campeonato, vamos a seguir desperdiciando años valiosos.
Hoy, con el partido del miércoles en La Paz a la vuelta de la esquina, Farré rotó absolutamente todo el once. No quedó un solo titular. Y, como si eso no fuera suficiente, cambió el sistema. Si este técnico ni siquiera ha logrado que su equipo titular juegue a algo, ¿te imaginas que iba a hacer el suplente? Se jugó con suplentes y juveniles, se jugó sin ideas, y se jugó sin armas suficientes para competir en altura. ¿Priorizar la Libertadores? Por supuesto. Pero no a costa de perder totalmente el torneo local.
Con esta derrota, el puntero FBC Melgar nos saca ocho puntos y tiene un partido menos ante un rival débil. Si lo gana, como parece lógico, serán once. Once puntos de diferencia en un torneo de solo 19 fechas, con siete ya jugadas. La conclusión parece contundente y dolorosa: Sporting Cristal ya no tiene nada que hacer en este Apertura.
No hay que caer en el error. No podemos aferrarnos al partido contra Palmeiras como muestra de que “hay con qué”. No caigamos en eso. Porque ese rendimiento —valioso quizá, competitivo en alguna manera— fue fruto del grupo, del esfuerzo individual de los jugadores. No hubo mano del técnico, ni antes ni después. Lo de hoy lo confirma: carente de liderazgo, de dirección, sin respaldo alguno, este plantel se derrumba sólo.
Y si bien no creo que haya sido falta de compromiso o displicencia, tampoco se puede exonerar del todo a los jugadores. Esto fue una actuación muy por debajo de lo aceptable para cualquier profesional. Pero sería injusto cargar el peso total sobre ellos cuando nunca han tenido guía ni respaldo institucional real.
Y en este contexto, es momento también de nombrar a los que hoy tienen voz y responsabilidad. Julio César Uribe, ídolo del club, hoy portavoz institucional y Gustavo Zevallos, gerente deportivo. Ambos deben entender que su rol no es decorar el cargo, ni repartir discursos de ocasión. Se esperan pronunciamientos concretos, no medias tintas. No se puede seguir paseando al hincha ni apelando a frases vacías. Ya no hay margen para seguir mintiendo como lo han hecho en estas semanas. Es hora de dar la cara y jugársela por Sporting Cristal. No de tener la caradura y tratarnos como si ninguno de nosotros entendiera algo. Querer a Sporting Cristal es respetar a su gente. Y a la gente se le respeta hablándole con la verdad, no queriendo disfrazar mediocridades amparándose en falacias.
Pero la responsabilidad más grave recae sobre Joel Raffo y su infame camarilla de oportunistas, instalados en el club no para construir, sino para servirse de él. Tipos que creen que todo es negociable, que todo se acomoda, que todo se puede envolver en marketing barato. Pero hay algo que nunca van a entender —porque no les importa entenderlo—: en Sporting Cristal hay cosas que no se tocan. La historia no se manosea. Y la dignidad no se negocia.
Este proceso está agotado. Y lo peor es que, aunque en algún momento pudo parecer que no, lo estuvo desde el primer día. Cada semana que se insista en sostenerlo será tiempo perdido. Y en Cristal, el tiempo perdido se paga caro.
Esa es la pluma que se extrañaba, muy de acuerdo Chalo, todo en SC es insostenible y lo peor es que no tengo esperanzas si sigue esta dirigencia y dueños.