Hay partidos que duelen por lo que te hacen. Y otros que duelen por lo que tú no haces. Este fue de los dos.
Sporting Cristal volvió a perder, esta vez 3-1 ante Los Chankas en Andahuaylas, y lo hizo tras un primer tiempo en el que pareció reencontrarse con el fútbol, con la posesión, con esa idea de Paulo Autuori de jugar en campo rival. Pero también lo hizo repitiendo errores defensivos básicos, inexplicables, que lo fueron desmoronando hasta convertirlo, otra vez, en un equipo tibio, sin reacción, sin capacidad de sobreponerse.
El primer tiempo pareció celeste. Cristal arrinconó al rival, se plantó alto, hizo correr la pelota, anotó un golazo. Pero el equipo volvió a exponerse por su banda izquierda. No fue casual: fue una decisión táctica. Autuori eligió que Nicolás Pasquini se desdoblara, que ganara metros, que se sumara al circuito ofensivo. La idea no era mala. Pero la ejecución fue frágil. Nos agarraron mal parados, nos expusieron con poco, nos clavaron dos. Otra vez.
El segundo tiempo fue otra historia. No porque Los Chankas nos hubiesen dominado, sino porque Cristal no se prendió. Le dieron la pelota, le dieron el campo, pero no supo qué hacer con ambos. Y cuando vinieron los cambios, todo empeoró. No porque Autuori se haya equivocado, sino porque no tiene con qué más. El plantel no le da. Los que entraron —Misael Sosa, Jostin Alarcón, Catriel Cabellos— no solo no sumaron nada —ni intensidad, ni claridad, ni coraje— sino que ni siquiera sostuvieron el nivel parcial que teníamos.
Y así, hermano, no se puede.
El equipo quedó partido, la defensa siguió frágil, y la sentencia llegó con un bombazo desde fuera del área. Un zapatazo que entró como símbolo de todo esto. Porque eso también resume el momento: Cristal no necesita que lo metan dentro del arco para hacerle daño. Basta con que le peguen desde lejos. Y a veces ni eso: los goles en contra llegan solos.
¿Y el penal del final? Qué decir. Fue fuerte, bien pateado, el arquero se quedó parado… pero igual no entró. Era la última, la única, la del honor. Y ni esa. Porque este Cristal no concreta ni cuando la tiene servida. Porque se acerca más por lo que le pasa que por lo que construye.
Autuori repitió el equipo titular. Y eso ya es un avance. Pero un avance en un contexto donde no hay con qué elegir. Porque el plantel es pobre. Y más allá de que la idea se vea, lo que falta es jerarquía. Jerarquía para empujar, para corregir, para aguantar, para resolver.