Sporting Cristal volvió a decepcionar: 0-0 ante Juan Pablo II College, un rival menor, y ya son cuatro partidos seguidos sin ganar. Tres puntos de doce posibles. Inaceptable para cualquier estándar celeste.
No hay forma de maquillar esto: el equipo no juega bien ni con once, ni con diez. La expulsión de Yoshimar Yotún al minuto 24 fue consecuencia de su propio bajo nivel y de la decisión incomprensible de ponerlo como titular cuando venía de dos partidos pésimos. Esa apuesta terminó costando caro y dejó a Cristal en inferioridad, pero la verdad es que tampoco había argumentos antes de la roja.
Lo más grave es que se perdió el rumbo futbolístico. Lo que al inicio del Clausura parecía un avance —posesión, orden, generación de juego— hoy desapareció. El equipo ha retrocedido: pelotazos, desesperación, cero claridad. Ni Felipe Vizeu, ni Irven Ávila, ni Fernando Pacheco, ni Christian Benavente pudieron generar peligro real. El único tramo en que se intentó algo distinto fueron los últimos cinco minutos cuando Martín Távara se cansó del balonazo apresurado y optó por ver si tocando pelota se podía llegar al arco. Se llegó, claro, pero con muy poca claridad. Demasiado poco para un club como Cristal.
Paulo Autuori, además, sigue tomando decisiones inexplicables: insistir con jugadores fuera de forma, marginar a los que con su juego habían sostenido al equipo en los mejores partidos de esta fase (Távara, Ian Wisdom) y plantear partidos oficiales como si fueran amistosos de pretemporada. No hay replanteo, no hay lectura, no hay convicción. Y así, la ilusión de pelear el Clausura murió.
El problema ahora es más grave: hemos conseguido sólo 3 puntos de los últimos 12 disputados y, como resultado, ahora también peligra el cuarto lugar del acumulado. Hoy Cristal está a cuatro puntos de ser superado por rivales directos como FBC Melgar o Deportivo Garcilaso. Y si se pierde ese puesto, no habrá ni playoffs ni Libertadores el próximo año con lo que el golpe económico e institucional será enorme.
La hinchada está cansada de excusas. Cuatro partidos sin victorias no son un accidente: son el síntoma de un equipo confundido, con decisiones técnicas erradas y una dirigencia que no supo reforzar donde correspondía. Cristal necesita reaccionar ya. Volver al medio campo que funcionaba, recuperar la idea de posesión y volver a creer en sí mismo. Si no, lo que se viene no es solo un Clausura perdido: es un año completo convertido en papelón.