Los visitantes, bocones como de costumbre, amenazaban con llenar el San Martín, con ocupar gran parte de oriente y de occidente y de tener más gargantas que nosotros. Pero, como siempre, esta hinchada demostró que no se necesita ser masa para ser grande. Y a pesar de la posición del equipo y del costo de las entradas, cumplió su papel y se presentó en gran cantidad. Hubieron, cuando menos, tres celestes por cada visitante y demostramos que la única cancha del país en el que ese equipo termina siendo visitante es, precisamente, el San Martín.
Las barras organizadas hicieron un gran trabajo de inventiva y prepararon grandes sorpresas para hacer sentir al equipo visitante más visitante que nunca. Así, el país entero miró con diversión cómo la Guardia Extrema preparó el recibimiento al visitante lanzándoles maíz o como el Extremo Celeste guardó toda la carga de contómetros para utilizarla cuando el arquero visitante se disponía a ocupar el arco que da a la popular. Gestos de inventiva y de criollada que la visita no se esperaba y que sirvieron para marcar claramente una realidad: el local es Cristal y acá mandamos nosotros.
Que, como dije antes, no se necesita ser masa para ser mejores. Y que por eso los dichos de los de la vereda del frente relativos a que sólo son eso: masa, nos resbalan totalmente. Ellos podrán ser más, nosotros somos mejores.
La fiesta, como te decía, estaba en el San Martín. En popular, oriente y occidente la gente vino y alentó. Ahí ganó Cristal largamente por que, como ya lo sabemos hace tiempo, Cristal es principalmente su gente. Lo mejor de Cristal es su hinchada y a esta ningún visitante le ga