La Cancha: Deportivo Garcilaso 0 – Sporting Cristal 1

Sporting Cristal venció 1-0 a Deportivo Garcilaso en el Cusco y aunque el resultado vale —porque ganar en la altura siempre vale—, no engaña a nadie: no fue un gran partido, ni mucho menos. Fue apenas un respiro después de semanas de frustración, un alivio temporal dentro de un proceso que sigue siendo irregular y que aún deja demasiadas dudas.

El triunfo, en todo caso, rompe una racha incómoda de malos resultados fuera de casa. Veníamos de perder en Tarma, empatar en Lambayeque y caer ante el propio Cusco FC. En ese sentido, sumar de tres es importante. Pero si uno mira el contexto, la historia cambia: Garcilaso fue un rival débil, con una pésima racha como local, incapaz de sostener rendimiento desde septiembre. En resumen, este era un partido que tenía que ganarse. Y se ganó. Bien. Pero no más que eso.

En el funcionamiento, hubo mejoras mínimas. Cristal fue más ordenado, perdió menos pelotas en salida y, salvo una jugada torpe donde casi repetimos el error de siempre (ese pase hacia atrás que ya nos costó goles), el equipo supo administrar la igualdad con cierta calma. Aun así, no generó demasiado fútbol. El gol llegó más por insistencia que por claridad. Y si Garcilaso no aprovechó sus ocasiones, fue más por ineficacia propia que por mérito nuestro.

Dentro de todo, hay nombres que sí merecen mención. Más allá del gol de Irven Ávila —un rebote tras muy buen remate desde fuera de Martín Távara—, el mejor del partido fue Maxloren Castro. Por presencia, por energía, por asumir responsabilidad y, sobre todo, porque es un chico de la casa que, sin estridencias, está empezando a sostener al equipo en los momentos donde otros se esconden. En él, más que en los “refuerzos”, se ve futuro. Lástima que no tenga con quién asociarse: Maxloren quedó aislado, Rafael Lutiger no desbordó, y el circuito ofensivo volvió a depender de chispazos.

Lo positivo, si se quiere, es que esta victoria devuelve a Cristal al grupo de los cuatro primeros del acumulado y menos rezagado en el Clausura. Lo preocupante es que seguimos sin encontrar una idea sostenida, un equipo que funcione más allá del resultado.

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